martes, 5 de enero de 2010

RESPONSABILIDAD POLITICA

Cada acción del hombre, entendido como ser humano, trae consigo una serie de responsabilidades ineludibles, que lo comprometen y lo atan al resto del conglomerado social y que funciona como la parte de un todo que nos corresponde asumir para que lo demás funcione. Cuando esa cuota parte del compromiso por la cual respondemos individualmente es descuidada o no se ejerce, trae consigo un desequilibrio en el sistema o fallas en el mismo. Nuestro sistema político, que es un resultado histórico del contrato social de Juan Jacobo Rousseau y que se entiende desde su mirada, como la unión de una serie de voluntades individuales que desembocan en la conformación de una gran voluntad general, trayendo como consecuencia la conformación del estado con su división de poderes y una constitución escrita, como máximo compendio de normas rectoras del accionar de ese estado. Para el caso de la nuestra, con una soberanía que reside en el pueblo. Este, adolece en gran parte, del ejercicio responsable y consciente de cada una de esas voluntades individuales y sobre todo dispersas, sin la existencia de un hilo cohesionador que les permita influir de forma activa en la vida político administrativa nacional, regional o local y que se traduciría en un verdadero empoderamiento de esa soberanía popular.

Lo cierto es que me atrevo a asegurar, sin ningún asomo de duda, que a nuestro pueblo le hace falta mucha educación e información, que en suma, se constituiría en ese aspecto importante con que cada persona contaría para ser capaz de intervenir en los asuntos públicos. Hoy el ciudadano es un convidado de piedra en la vida administrativa de la nación y de las entidades territoriales; se limita exclusivamente (cuando lo hace) a depositar su voto, y en muchas ocasiones ni siquiera de una manera consciente y libre, del resto, se desentiende de esas cosas que a su parecer son ajenas a su vida diaria de afanes y penurias, para él, es indiferente de cómo esas personas que ayudó a elegir administran la cosa pública, para el existen cosas más importantes por hacer.

Esa actitud, es aprovechada por una clase política excluyente y elitista, que se encarga de incentivar ese comportamiento indiferente con prácticas no muy santas y que le dejan el mensaje errado al ciudadano del común de que da lo mismo intervenir o no en los avatares políticos.

Esa responsabilidad no puede quedarse en el cuarto de san alejo. Solo con el ejercicio activo de nuestros derechos civiles y políticos, alcanzaremos realmente un cambio en las costumbres políticas de esta sociedad, una sociedad que esta habida de prohombres y mujeres con decisión de enfrentar el futuro de una manera más atrevida, incluso en contra de nuestros actuales pensamientos y usanzas.

ELIECER QUINTERO VASQUEZ

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