jueves, 15 de abril de 2010

LAS ANGUSTIAS DE URIBE

Existe en el refranero popular, un refrán que dice que “todo lo que sube, tiene que bajar”, además de ser una ley de la física, que es una de las ciencias exactas. Eso, al señor Álvaro Uribe Vélez, parece que se le olvido y contrariando lo que la sabiduría popular y la ciencia previeron hace muchísimo tiempo, quiso permanecer siempre arriba, en la cúspide del poder. La honorable Corte Constitucional, en su condición de defensora de la Constitución Nacional, con su fallo en contra de la reelección, lo puso con los pies en la tierra y lo despertó de ese sueño idílico e ideal de convertirse en emperador de una república latinoamericana, en la cual nos han hecho creer, que no existen otras personas (a diferencia de el) que puedan dirigir con tino los designios de esta nación caribeña.

Ese amargo despertar del señor Uribe, lo ha hecho estrellarse de frente con una dura realidad NO VA A SER MAS PRESIDENTE y esto lo ha desequilibrado de tal manera que viene desarrollando una serie de conductas que dejan preveer, esa angustia existencial por la que está pasando. Su situación no debe ser muy fácil, un hombre con su ego y prepotencia desmedida, verse ad portas de convertirse (según palabras de los mismos ex presidentes) en un mueble viejo, lo tiene que tener desesperado.

Esa desesperación se le ha notado en sus últimas apariciones en televisión, en las que se le ha dado por contar en retroceso, los días que le quedan en el solio de Bolívar, demostrando con ello, que no deja de pensar en el día de su retiro de la Casa de Nariño y que además muy probablemente esté sufriendo de insomnio.

Por otro lado ha reconocido en público que prácticamente tiene acosado a los miembros de su gobierno (Ministros y Directores de Departamentos Administrativos) recordándoles, cual maestra de escuela de primaria, que la tarea no ha sido terminada, convirtiéndose en un jefe inmamable, según la jerga de los jóvenes de hoy.

Esa zozobra, también se ha notado, en la abierta participación en política en que viene incurriendo, al descalificar a los adversarios de su candidato de una manera tan descarada que proclama a los cuatro vientos que la guerrilla solo está esperando que el con su corte de seguidores, abandonen el palacio presidencial para hacer fiesta con el país, y que eso solo se detiene eligiendo a un verdadero representante de la llamada seguridad democrática, que no es otro que el candidato de la U.

Uribe, que durante sus ocho años de gobierno, baso gran parte de sus relaciones con los ciudadanos en un manejo estratégico de los medios de comunicación o lo que llamaron “El Estado de Opinión”, hoy ese mismo estado de opinión, le está diciendo que su candidato está anclado en las encuestas, perdiendo terreno con sus adversarios y que en el escenario de una segunda vuelta, perdería la presidencia con cualquiera que se enfrentara, y que muy probablemente esa persona seria Antanas, un candidato que arranco de atrás, como los buenos fondistas, que mantiene un buen paso y que viene arrastrando consigo el inconformismo general que despertó el uribismo en sus dos periodos de gobierno. Tengo que aclarar que en primera vuelta voy a votar por Petro y en segunda votaría en contra de Santos.

Ese estado de desesperación, igual se nota en sus huestes, contagiando a sus colaboradores más cercanos. Uribito (que no hace otra cosa que obedecer fielmente como cualquier lacayo) le está enviando un mensaje a su partido, consistente en que el conservatismo debe renunciar a su legítima aspiración de ser opción de poder directo y hacer alianzas ya, so pena de perder hacha, calabaza y miel. Mensaje este que no ha calado mucho en el partido azul y que en cambio lo ven (a Uribito) como un pelele, falto de seriedad y de palabra, y más torcido que un cigüeñal.

Siempre he dicho que los puestos públicos, en especial los de elección popular, tienen una fecha cierta de vencimiento y que en consecuencia, la era Uribe, se acerca a su final inexorablemente, por el bien de todos los colombianos, que quieren ver en esta patria, algo diferente a la guerra.

ELIECER QUINTERO VASQUEZ

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